jueves, 31 de diciembre de 2009

El asunto

«A decir verdad, el asunto no me interesa particularmente. Tumbado en un rincón, observo lo poco que puede verse desde ese puesto y escucho, siempre y cuando entienda lo que me dice; por lo demás, llevo meses en un estado de sopor, esperando la noche. Todo lo contrario que mi compañero de celda, un hombre implacable, un antiguo capitán.
[...]
no le cabe la menor duda de que será salvado con independencia de su voluntad, será salvado por el mero peso triunfal de su personalidad, pero ¿debe desearlo? Su deseo o su no-deseo no alterará nada, se salvará, pero queda la pregunta de si, además, debe desearlo. Permanece ocupado en esta cuestión tan remota en apariencia, la estudia punto por punto, me la expone, la discutimos. De la salvación en sí no hablamos. Para la salvación le basta, por lo visto, con el maratillito que consiguió quién sabe cómo, un martillito utilizado para clavar chinchetas en un tablero de dibujo, que no sirve para más, si bien él tampoco le pide nada, sólo su posesión le fascina.
[...]
Es consciente de que no arrancará ningún trocito de pared con este martillo, ni lo desea, de hecho, sino que se limita a rozar de vez en cuando, ligeramente, los muros con la herramienta, como si esta le sirviera para marcar el compás que ponga en movimiento la gran maquinaria de la salvación que se encuentra a la espera. No será exactamente así, la salvación se iniciará en su momento al margen del martillo, pero de todos modos es algo: algo palpable, una garantía, algo que puede besarse, como nunca se podrá besar la salvación en sí.

Podemos afirmar, desde luego, que el capitán enloqueció debido al cautiverio. Su órbita mental ha quedado tan limitada que ya apenas tiene cabida para un pensamento.»

[Kafka, 'A decir verdad, el asunto... (1920)',
en El silencio de las sirenas. Escritos y fragmentos póstumos]

miércoles, 21 de octubre de 2009

multiplicidad

«Un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes. [...] En un libro, como en cualquier otra cosa, hay líneas de articulación o de segmentaridad, estratos, territorialidades; pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y de desestratificación. [...] Un libro es una multiplicidad. [...] Un libro sólo existe gracias al afuera y en el exterior. [...] un libro es una pequeña máquina»
[Deleuze y Guattari, Mil mesetas]


[Escher, "Reptiles"]

«Y es que hay dos maneras de leer un libro: puede considerarse como un continente que remite a un contenido, tras de lo cual es preciso buscar sus significados o incluso, si uno es más perverso o está más corrompido, partir en busca del significante. Y el libro siguiente se considerará como si contuviera al anterior o estuviera contenido en él. Se comentará, se interpretará, se pedirán explicaciones, se escribirá el libro del libro, hasta el infinito. Pero hay otra manera: considerar un libro como una máquina asignificante cuyo único problema es si funciona y cómo funciona, ¿cómo funciona para tí? Si no funciona, si no tiene ningún efecto, prueba a escoger otro libro. Esta otra lectura lo es en intensidad: algo pasa o no pasa. No hay nada que explicar, nada que interpretar, nada que comprender. Es una especie de conexión eléctrica. [...] Esta otra manera de leer se opone a la precedente porque relaciona directamente el libro con el Afuera. Un libro es un pequeño engranaje de una maquinaria exterior mucho más compleja.»
«Esta manera de leer en intensidad, en relación con el Afuera, flujo contra flujo, máquina con máquina, experimentación, acontecimientos para cada cual que nada tienen que ver con un libro, que lo hacen pedazos, que lo hacen funcionar con otras cosas, con cualquier cosa... ésta es una lectura amorosa»
[Deleuze, Conversaciones]


lunes, 22 de junio de 2009

el error, el paso en falso, o todos los malentendidos posibles

http://www.aliciadangelica.com.ar/3D-spanish/LastAutumnLeaf.html


"[...]
Pero la contemplación de la leña y el carbón es una fuente de goces tan fáciles como sobrios y seguros, los cuales me gustaría hacer compartir. Sería preciso para ello, sin duda, varias páginas, mientras que aquí no dispongo sino de la mitad de una. Por eso me limito a proponeros este tema de meditación: «1º) EL TIEMPO OCUPADO EN VECTORES SE VENGA SIEMPRE, POR LA MUERTE.- 2º) PARDO, PORQUE EL PARDO ESTÁ ENTRE EL VERDE Y EL NEGRO EN EL CAMINO HACIA LA CARBONIZACIÓN, EL DESTINO DEL LEÑO IMPLICA TODAVÍA -AUNQUE AL MÍNIMUM- UNA GESTA, ES DECIR, EL ERROR, EL PASO EN FALSO, O TODOS LOS MALENTENDIDOS POSIBLES»
."

[Francis Ponge, fragmento de "Los tres comercios" en De parte de las cosas]



martes, 31 de marzo de 2009

Ser Orestes (inyectado) | p-fr Bataille - Lo imposible

(Bataille. Lo imposible)


SER ORESTES (inyectado)


La mesa de juego es esta mesa estrellada en donde caigo,
arrojado como un dado sobre un campo de efímeros posibles.
Ninguno de nosotros es, en principio, más que un dado, sacando al azar, del fondo de un abismo, cualquier insignificancia.

Al ser una caída ciega en la noche, excedo mi voluntad a pesar mío;
y mi miedo es el grito de una infinita libertad.
No es totalmente caer en el vacío: así como la caída abarca un grito, se eleva una llama, pero la llama es como un grito inaprensible.
Indudablemente, lo peor es una duración relativa que dé la ilusión de que se agarra, de que se agarra al menos. Lo que queda en las manos es la mujer y una de dos, o se nos escapa ella, o la caída en el vacío es el amor que se nos escapa: nos tranquilizamos en el último caso, pero como los necios. Lo mejor que puede ocurrirnos es tener que buscar el memento perdido (en el que secretamente, hasta quizá con felicidad, pero preparados a morir, hemos lanzado nuestro único grito).

La libertad no sirve si no se vive al borde de los límites donde toda comprensión se desintegra.
La desnudez de la otra noche es el único punto de aplicación de mi pensamiento que lo deja por fin desfallecer

Si yo no excediese mediante un salto la naturaleza "estática y dada",
estaría definido por las leyes.
Pero la naturaleza me juega, me arroja más allá de ella misma
En el juego que excede a la naturaleza, es indiferente que yo la exceda o que ella misma se exceda en mí (la naturaleza es totalmente, quizá, exceso de sí misma) pero, con el tiempo, el exceso de inserta por fin en el orden de las cosas (moriré en ese momento)

Momentos de ebriedad en los que desafiamos todo, cuando, levada el ancla, nos lanzamos alegremente al abismo.
momentos únicos en que nos liberamos totalmente de la tierra (de las leyes)…
Nada existe que no tenga ese sentido insensato -común a las flamas, a los sueños, a las risas locas- en esos momentos en que la consumación se precipita, sobrepasando el deseo de permanecer.

Soy, en el seno de una inmensidad, un más que excede esta inmensidad
Mi felicidad y mi ser se desprenden de este carácter excedente
la sombra de Dios se había disipado y le faltaba su inmensidad tutelar; necesitaba vivir una inmensidad que no limite ni proteja.


Lo que soy (mi risa y mi felicidad ebrias) no es menos un juego,
librado al azar, puesto a disposición de la noche, arrojado como un perro.

El cielo se extiende, inmenso y oscuro, por encima de ti, y la malvada claridad de la luna, asomando tras una nube que aleja al viento, no hace sino ennegrecer la tinta de la tormenta. No existe nada sobre la tierra y el cielo, en ti y fuera de ti, que no concurra a tu abatimiento.

El viento de la verdad ha respondido como una cachetada
¿será el enunciado de la verdad una forma de entrar en duda y de engañar con mayor perfección? (1)

El corazón es humano en la medida en que se rebela

Un poeta no justifica -no acepta- totalmente la naturaleza.
La verdadera poesía está fuera de la ley. Pero la poesía acepta, finalmente, la poesía.
O la poesía se desliza hacia el embellecimiento. A cada esfuerzo que hago por alcanzarlo, el objeto de mi anhelo se convierte en lo opuesto.
El esplendor de la poesía [es] el esplendor de un fracaso. El sentido de la poesía se aniquila en su opuesto, en un sentimiento de odio a la poesía. La poesía que no se eleva al no-sentido de la poesía no es más que el vacío de la poesía, es sólo una bella poesía

Cuando al aceptar la poesía se la cambia por lo contrario
Retengo el salto dentro del cual yo excedería al universo,
justifico el mundo dado, me contento con él.
Cuando entreveo, como hoy, el fondo simple de las cosas, sé que debería callarme: estoy posponiendo al
hablar el momento de lo irremediable.

¡Insertarme en lo que me rodea, explicarme o no ver en mi insondable noche, sino una fábula para niños! ¡No!...
Renunciaría al juego…
En realidad, al comediante no le importaba B. No se podría siquiera decir que la amara. Su pretendido amor no tenía más sentido que la angustia que de él sacaba. Lo que amaba era la noche. Prefería a B. a otras mujeres, porque ella lo evitaba, le huía y, durante sus largas huidas, estaba bajo las amenazas de muerte. Amaba la noche verdaderamente, como un enamorado ama a la mujer de su vida.

Me niego, me rebelo, pero por qué perderme.
Si delirara sería simplemente natural.

El delirio poético tiene su lugar en la naturaleza. La justifica, acepta embellecerla.
El rechazo pertenece a la conciencia clara que mide lo que le sucede

El juego sin retorno de mí mismo, el ir más allá de todo lo dado exige no sólo esta risa infinita, sino también esta lenta meditación (insensata, pero por exceso)
La lucidez de A. depende de una ausencia de deseo. La mía es la consecuencia de un exceso: sin duda es también la única verdadera. Si sólo es una negación del delirio, la lucidez no es totalmente lúcida, es un poco todavía el miedo de llegar hasta el final, convertido en aburrimiento, es decir, en desdén del objeto de un deseo que excede
No vemos que la simple lucidez que alcanzamos es también ciega. Es necesario advertir al mismo tiempo la mentira y la verdad del objeto. Debemos saber, indudablemente, que nos estamos engañando, que el objeto es, antes que nada, lo que discierne un ser sin deseo, pero es también lo que un deseo discierne en él.

Es la penumbra y el equívoco. La poesía aleja al mismo tiempo del día y de la noche. No puede cuestionar ni accionar este mundo que me ata.

La naturaleza puede aniquilarme -reducirme a lo que ella es, anular el juego más allá de ella- que exige mi locura, mi alegría, mi vigilia infinitas.
El coraje de reír, el salto irracional y la calma lucidez son exigencias del jugador, hasta el día en que la suerte lo abandone- o la vida.
Algún día dejaré el mundo: entonces la noche será la noche y yo moriré. Mientras vivo lo que amo es el amor que la vida le tiene a la noche. Puesto que tiene la fuerza necesaria, es bueno que mi vida sea la espera/el anhelo de un objeto que debe conducirla a la noche. Sufrimos inútilmente buscando la felicidad: la noche misma exige de nosotros la fuerza de amarla.

Me acerco a la poesía: pero para traicionarla.


__________
(1) Esa parte de verdad que obtenemos de los juegos de la inteligencia…
¿Cómo negar la profundidad y la extensión de la inteligencia?
Y, con todo.
El grado máximo de inteligencia es de inmediato su desfallecimiento.
Se desvanece: lo que define la inteligencia del hombre es que se le escapa. Vista desde fuera, sólo es debilidad.
La máxima inteligencia es en el fondo la mejor engañada: pensar que se aprehende la verdad cuando sólo se huye de ella, y vanamente, es la evidente necedad de todos.




_________________________________________________________________
Trastienda:
Todo el texto se compone de citas "textuales". No se indican en todos los casos los saltos -"(…)"- entre distintas partes del texto original. (Bataille, Lo imposible. Ed Nacional, Madrid)
Se han hecho algunas modificaciones en la puntuación, para darle coherencia y cohesión el producto final.
En bordó, el poema "Ser Orestes", 'apenas' retocado
En azul, 'inyecciones' de cualquier parte del libro